Puede ser que el niño utilice la hora de comida como un modo de avisar que necesita atención y para conseguirlo, simplemente se niegue a comer. Esto puede desesperar a la madre o a quien esté a cargo de su alimentación y él lo sabe. En todo caso es un acto inconsciente, que no involucra malas intenciones; pero sí quiere decirnos algo.
Aunque resulte una paradoja, no hay peor soledad que la de uno mismo. ¿Qué verdad, no? Nos vamos despertando de esa especie de anestesia, que nos hacía no sentir, solo hacer, como máquinas automáticas. Nos vamos dando cuenta que estamos vivos, pero no mañana o ayer, sino hoy.
Que nuestros hijos logren lo que se propongan en la vida depende en gran parte de nosotros. Si nosotros creemos en ellos, ellos creerán en si mismos y así alcanzarán sus metas.
Todas sabemos que vivimos en una sociedad compleja y acelerada, donde se nos hace difícil detenernos y encontrar un momento para conectarnos verdaderamente con lo que sentimos y con nuestras necesidades.
Le proponemos una forma ecómica para llegar al Bioparque Temaikén desde Buenos Aires. Una propuesta que no puede pasar por alto si piensa viajar especialmente con chicos.
¿Quién no desea tenerla? Es uno de los frutos más hermosos luego de una laboriosa construcción del vínculo y afecto entre sus integrantes. Se caracteriza por una placentera sensación de paz interior y en el ambiente.
El apego es el primer vínculo afectivo que se establece entre el bebé y sus padres, o los adultos que cumplan ese rol. Este vínculo se va creando y fortaleciendo día a día, a través de la entrega de los cuidados básicos y de la satisfacción de sus necesidades, cuando esto se hace con cariño.
Cuantos mensajes recibimos e incorporamos como propios, “verdaderos”, absolutos, y luego con suerte, o a veces nunca, nos damos cuenta, que las cosas no son como pensábamos...
Luego de años de espera, de tratamientos infructuosos, y de muchas lágrimas, al salir de uno de los tantos exámenes el marido le pregunta: “tu quieres ser madre o quieres parirlo?”
Creo que es una de las frases más encantadoras que he escuchado.
La familia como sistema, recibe de manera frontal el impacto de una adicción; de modo que no existe familia que no se afecte y muestre síntomas de disfunción, cuando uno de sus miembros se enferma de adicción. Paradójicamente además, la familia afectada por ésta, termina produciendo un sistema de conductas que apoyan al desarrollo de la misma. A esto le llamamos codependencia.