Cuando ya mis mañanas sean cirio extinguido,
y me vaya buscando la razón de haber sido,
quiero dejarte un mundo donde el amor sea un himno
donde estallen los surcos en promesas de trigo
y desborden los cielos en azules más limpios.
Quiero dejarte un mundo de palomas en vuelo
de caminos abiertos, de sonrisa de niños,
un mundo sin fronteras sintiéndonos hermanos
donde tenga sentido la palabra de amigo.
Quiero dejarte un mundo donde el odio no exista
y la paz sea el cauce que perfilen tus ríos,
un mundo donde el Hombre sea otra vez el Hombre
y el honor y la gloria recuperen su sitio.
Quiero dejarte un mundo de esperanzas y sueños,
un horizonte inmenso pero jamás vacío,
quiero dejarte auroras y abiertos los caminos
para encontrar estrellas creciendo en los espinos.
Quiero dejarte un mundo sin metralla ni hambre,
sin niños que sollocen ateridos de frío,
un mundo donde crezcan las dulces ilusiones,
y se tiendan las manos en comunión de siglos.
Quiero dejarte un mundo donde no existan abismos,
y el corazón de todos sea vasija y lirio,
un mundo donde el fuerte ayude a los vencidos,
y a Dios encuentren todos en el diálogo íntimo.
Graciela Genta
Maestra, poeta
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